Precioso vídeo que nos muestra la reacción de diferentes niños cuando le piden que abofetee a una niña. Potente mensaje sobre el maltrato a las mujeres.
Un recurso muy útil para estos días donde trabajaremos la paz y la no violencia.
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Hola, mi nombre es M. Ángeles. Soy profesora de religión y me encanta crear, adaptar y diseñar mis clases, creando manualidades, fichas..., intentando darles un toque propio y divertido. Me gusta compartir mi trabajo para que tod@s los que les gusten los puedan utilizar y disfruten igual que yo. Sólo pido un favor, que la autoría se respete. Gracias por pasaros por mi rincón de trabajo y cojan lo que les guste.
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ResponderEliminarEl spot conmueve, el shock experimentado por los chicos ante la solicitud expresa y sin motivo de pegar a la chica nos hace preguntarnos qué es lo que pasa después, cuando el desempeño del rol masculino conlleva a un poder de dominación que subyuga y agrede a las mujeres y a todo aquello o aquel que subvierta esa masculinidad entendida como la entendemos.
El ser hombre, como constructo social tiempo ha, exige una configuración que supone ser autor de la mayoría de las guerras, de crímenes atroces, de desgobiernos, de accidentes de tráfico y, por supuesto, de ejercer la presión y privilegios del sexismo. Nosotros, los machos, superamos con creces a las mujeres como reclusos de centros penitenciarios y psiquiátricos, que son los ejes de lo disciplinario. Es evidente que no hemos salido indemnes de esta situación marcada por el androcentrismo machista y patriarcal, también nos ha llevado a este estado de padecimiento que resulta del desequilibro. Nosotros, los hombres, también hemos salido perdiendo. Reconocer esta desventaja no supone ni igualar ni aminorar el daño que ellas han sufrido en mayor medida, tampoco simplificar reduciéndolo a lo cuantitativo, los efectos perversos en el desempeño de estos roles de machos y hembras contrariados, recaen sobre todos los seres humanos.
El spot, sin pretenderlo, pone en valor la relación de poder en la que el varón sigue siendo el que tiene la posibilidad de atestar un golpe sobre ese cuerpo identificado con aquello que reconocemos como mujer ¿Cuál sería la reacción de gran parte del público si el narrador dijera: “Y ella es Martina, una niña transexual”? ¿Merecería no ser tocada ni con el pétalo de una flor?
Un niño argumenta que no le pega porque dice de sí mismo que él es un hombre, de lo que debería desprenderse que los hombres no pegan, que los hombres no somos violentos por el simple hecho de ser hombres ¿Importa menos la violencia si es de hombre a hombre? ¿La propaganda de la no-violencia que nos enseñan está sesgada según a favor de qué o quién?
El privilegio de la hombría hace que Martina aparezca como un objeto de referencia sin aspiraciones ni opiniones, al contrario que los chicos ella no habla, no es interpelada para que sepamos más de ella, no sabemos si querrá ser bombera, pizzera, escritora, etcétera, no sabemos qué es lo que más le gusta de los chicos a Martina - si es que le gustan los chicos - que hablan delante de ella acerca de sus atributos como si ella no estuviera allí. No se le pregunta sobre qué le parece ser el sujeto de la caricia o del golpe que se le va a propinar, nadie sabe qué piensa Martina acerca de lo que le está aconteciendo directamente a ella. Permanece callada, Martina es la víctima, la débil, la frágil, aunque supere en tamaño y edad a muchos de sus potenciales agresores. Ella no pregunta, no cuestiona, no tiene argumentos para exponer por qué considera que no debe ser agredida o acariciada. No se le ofrece la posibilidad de "empoderarse" y ser autora o, al menos co-autora de su autodefensa.
Sin duda, avanzamos, pero lento, tan lento… e incapaces de ver que incluso cuando queremos hablar a favor de los derechos de igualdad, gana el mandato del desempeño del rol de hombre sobre el de la mujer y el de otras identidades, sigue ganando la obligatoriedad inconsciente de reproducir el sistema binario de géneros identitarios.